EL CAMINO DEL LIDER
Cuentan que un hijo le comunicó a su padre que quería ser líder, y le preguntó cómo podía lograrlo.
El padre le respondió que lo primero que tenía que hacer era estar consciente de sus conductas. Que cada vez que sintiera que había hecho daño a una persona, clavara un clavo en la cerca de su casa. El hijo aceptó el desafío y empezó a tomar mayor conciencia de sus actos. Siguiendo el consejo de su padre, comenzó a poner clavos cada vez que hacía daño, maltrataba a una persona o no la respetaba. Luego de un tiempo el hijo dejó de poner clavos en la cerca, porque ya era consciente de sus actos y trataba bien a las personas.
Entonces le preguntó a su padre “¿Y ahora qué hago?
El padre le respondió que por cada acto de bien y servicio que realizase, sacase un clavo de la cerca. El hijo nuevamente aceptó el reto y empezó, poco a poco, a sacar los clavos.
Ya estaba despierto, era consciente y además se dedicaba a ayudar a las personas. En poco tiempo logró sacar todos los clavos.
Contento, se acercó donde su padre, quizá con un poco de soberbia y le dijo ¡He terminado¡ ¡Logré sacar todos los clavos¡ Finalmente he aprendido a ser una mejor persona.
Le preguntó nuevamente a su padre. ¿Ahora que haremos con todos los agujeros que quedaron en la cerca?
El padre le respondió: “No los toques. Están allí para recordarte siempre que en tu camino de aprendizaje dejaste una huella de dolor en la gente y que gracias a su entrega, comprensión y colaboración ahora puedes ser la persona que eres.




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