el carpintero
Un viejo carpintero quería jubilarse. Le contó a su jefe su proyecto de dejar de trabajar en la construcción de casas y vivir una vida más calma con su familia.
El dueño de la empresa lamentó qu perdería a uno de sus mejores empleados y le pidió a él que construyera una última casa como un favor especial.
Al carpintero no le gustó pero aceptó. No era difícil, viéndolo trabajar, que su corazón y sus pensamientos no estaban en su trabajo. No se esforzó en su trabajo y utilizó mano de obra y materias primas de cualidades inferiores a las utilizadas hasta ahora.
Fue una manera lamentable de terminar su carrera.
Cuando el carpintero terminó su trabajo, el constructor vino a inspeccionar la casa y le entregó la llave de la puerta al carpintero diciéndole –
«Esta es su casa, es mi regalo para Ud.»
Qué verguenza, si el supiese que estaba construyendo su propia casa no la hubiera hecho en forma tan descuidada. Ahora tenía que vivir en una casa hecha de cualquier forma.
Así ocurre con nosotros. Construimos nuestra vida de forma distraída, reaccionando más que actuando, restando en vez de sumar.
En nuestras tareas no nos desempeñamos como podríamos.
Las consecuencias es que habitamos en el espacio que creamos con las cualidades (material emocional) que pusimos y todo nos vuelve como armonía o lo contrario.
Si fuéramos conscientes de esto, construiríamos diferente.
Piensa que eres el carpintero que construyó su propia casa-cuerpo con todas las experiencias , pensamientos, emociones y creencias, sin saber que es para habitarla mañana.
Hoy eres el carpintero que sabe que está construyendo su propia casa, cómo quieres hacerla?
De qué material quieres construirla?
A qué cualidades quieres invitar a pasar a tu casa?




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